MOSÉN ANTÓN VILLALBA Y SERRANO

            El retablo de San Antonio Abad de la parroquial de San Pedro de Saviñán es de principios del siglo XVII y se debe al que fuera su vicario, mosén Antón Villalba y Serrano. Mosén Antón era hijo de Agustín Villalba y de Polonia Serrano. Agustín Villalba había testado el 17 de junio de 1548, aunque su último testamento databa del 17 de enero de 1549. En él dejaba sus bienes a Francisco, mosén Antón, Agustín y Florencia Villalba y Serrano, hijos suyos y de Polonia Serrano. A Pedro, Juan, José, María y Jerónima Villalba y Castellano, hijos suyos y de Teresa Castellano. Y a Pedro Villalba, mayor, bastardo.

            Con sus bienes debían pagarse mil cien sueldos al infanzón Joan de la Silla, por un préstamo. Tras su muerte, se debían celebrar novena y cabo de año, además de trescientas misas.

            A su hijo mosén Antón Villalba le dejaba mil sueldos jaqueses y todo lo necesario para una cama, o sea, dos colchones, dos pares de sábanas, dos pares de almohadas y dos mantas. A su hijo Agustín le dejaba una pieza de tierra blanca, llamada la alberca, en Jumanda, otra pieza en Jumanda, una zumaquera en las Majanetas, una era encima del Cavero, unas casas y la mitad del corral, con bodega y trujal. A Pedro Villalba, mayor, le dejaba una zumaquera en Valdegorrón y un olivar en las Espartinas. El resto de sus bienes los dejaba a su viuda Teresa Castellano, para que los repartiera entre sus hijos Pedro, Juan, José, María y Jerónima. Como ejecutores nombraba a su mujer Teresa Castellano, y al honorable Jerónimo Villalba, su hermano. Como testigos se citaban a Juan de Santesteban, mayor y menor, vecinos de Saviñán.

            Teresa Castellano murió el 15 de mayo de 1587. Según su partida de defunción, había testado con el notario Antonio Quílez, de Saviñán. En el Libro primero de San Pedro se encuentran anotadas las últimas voluntades de Teresa Castellano, que debió dar a conocer al vicario el 15 de marzo de 1583. La viuda de Agustín de Villalba confesó que tenía hecho su testamento con el notario Antón Cimal. El día de su muerte debía decirse una misa. Sus herederos debían dar diez sueldos para misas por su ánima y para cincuenta misas por sus difuntos. Al año de su muerte se diría una misa cantada con diácono y subdiácono.

            Los bienes muebles de su casa, con el trigo, la cebada y la harina, debían repartirse entre Jerónima Villalba y Catalina Magallón. La viña de Mingorrea y la zumaquera de Valdegorrón debían venderlas sus ejecutores, para «hacer» por su ánima.

            Las piezas del Recuenco de media vega las dejaba a Alonso de Moros, con un censo que debía pagar a los frailes del Monasterio de Piedra. A Catalina Magallón le dejaba un arca de pino y a Martín de Moros doscientos sueldos, de los bienes que se iban a vender en Saviñán, transcurrido un año de su muerte. Nombraba ejecutor de su testamento a mosén Antón Villalba.

            Mosén Antón entrará de vicario de san Pedro de Saviñán el 22 de noviembre de 1576, por fallecimiento de mosén Cebrián Serrano.

            El 26 de septiembre de 1601, mosén Antón Villalba, estando enfermo, aunque con buen seso y firme memoria, entregaba su último testamento al notario de Saviñán, Pedro Gascón, ante los testigos Juan de Sediles, mayor, y Juan de Aguerrizábal, maestro de niños. Se trataba de una plica de papel, cerrada y cosida con hilo blanco, y sellada con ocho sellos de oblea blanca, que debía abrirse en su misma casa después de su muerte y ante los jurados del lugar, el vicario y el beneficiado más antiguo de San Pedro.

            Mosén Antón fallecerá la noche del 28 de enero de 1602, degollado en su cama mientras dormía. Igual suerte corrió su ama Isabel de Vera, de sesenta y nueve años, que tenía un hijo llamado Matías Álvarez. Al día siguiente el cadáver del vicario, de noventa años de edad, fue depositado, con licencia del Vicario General de Calatayud, en su capilla y carnerario que debía hacerse en la parroquial de San Pedro con toda «pulicia y suntuosidad», con reja de madera torneada. En su testamento se decía que de una jarra de plata se hiciera un cáliz, tomando de sus bienes dos aguamaniles y un arca de madera de nogal, para colocar los ornamentos. En un armario, con dos llaves diferentes, se guardarían los libros, donde se apuntarían los censales, heredades, propiedades y rentas destinadas a casar huérfanas, anotando sus nombres, el de sus padres y maridos, con la cantidad entregada.

            En la partida de defunción de mosén Antón Villalba se decía que había dejado doscientas misas por su alma y por la de mosén Antón Serrano. En esta capilla de San Antonio Abad dejó fundadas dos capellanías, dejando por patronos a los dos jurados del pueblo y a su pariente más cercano, que debían otorgar los nombramientos entre los descendientes de Francisco y de Florencia Villalba, sus hermanos. A falta de parientes, el tercer patrón sería el almotazaf. Para ello dejaba numerosos censales, su casa y una huerta junto a la casa de mosén Espinosa. Entre 1591 y 1600, mosén Antón Villalba prestó al Concejo de Saviñán veintidós mil sueldos.

            El 31 de enero de 1602, en la casa de mosén Antón Villalba, que confrontaba con casas de los herederos de Francisco Villalba y de Ana Gascón, olivar de Tristán Muñoz de Pamplona y calle pública, y ante el notario Pedro Gascón, los jurados de Saviñán, Francisco García y Bartolomé de Borja, mosén Lorenzo Magallón, beneficiado más antiguo, el regente de la vicaría mosén Pedro Garcés y Martín de Moros, de Calatayud, sobrino de mosén Antón, se abrió su testamento. De testigos estaban presentes Diego González y Pedro Terrer. En él se decía que mosén Antón quería ser enterrado en la capilla y carnerario que tenía intención de hacer en San Pedro. Si la capilla y el carnero no estuvieran hechos al tiempo de su muerte, debían depositar su cuerpo en la iglesia y sus ejecutores debían comenzar la capilla sin más dilación, donde él había dejado señalado o principiado, tomando de sus bienes todo lo necesario. El retablo estaría dedicado a san Antón, de bulto o pincel, con la traza y los cuadros que convinieran sus ejecutores.

            En la misa de cuerpo presente arderían dos hachas y dos docenas de cirios pequeños. Debían decirse cien misas de réquiem rezadas y otras cien por el alma de mosén Antón Serrano, en altares y capillas privilegiadas.

            Nombraba como herederos a Juan, Jusepe y Jerónima Villalba, sus hermanos. Dejaba de gracia especial a su sobrino, mosén Agustín Villalba, una pieza en Jumanda de seis hanegadas, con un censo a pagar al Sepulcro de Calatayud de treinta y cinco sueldos anuales. Confrontaba con camino público, pieza de Pascual Ruiz y pieza de Juan Gascón. También le dejaba a su sobrino la viña que estaba encima de la Torca de Alvillena, hasta las paredes del huerto, que confrontaba con pieza de la iglesia, olivar de Tristán Muñoz, camino real y con este mismo huerto. La viña era de la cuadrilla del Sepulcro de Calatayud y censalista del mismo Sepulcro, con ocho sueldos y nueve dineros de censo. También le dejaba una silla de respeto de su casa.

            A Pedro Villalba, hermano de mosén Agustín, le dejaba la pieza de la Alberca, en Jumanda, de seis hanegadas, que confrontaba con la acequia y con la pieza de Juan Sediles, con el cargo de pagar al Sepulcro de Calatayud treinta y cinco sueldos de censo anual.

            A su sobrina Ana Villalba, viuda del infanzón Juan Garcés, le dejaba la pieza de Galbón, de seis hanegadas, censalista al Sepulcro, con treinta y cinco sueldos de censo anual. Confrontaba con el río Jalón, acequia de Jumanda y pieza de la Religión de San Juan.

            A su otra sobrina María Villalba, mujer del infanzón Juan Gracián, le dejaba la pieza de la Gabardilla, de tres hanegadas, censalista al Sepulcro, que confrontaba con pieza de Tristán Muñoz y pieza de los Calavera, y un pedazo de huerto en las Pedrosas, que era el huerto de las paredes, citado antes con la viña de encima de la Torca, que había dejado a mosén Agustín de Villalba, también censalista del Sepulcro, que confrontaba con el huerto de la Raga, olivar que había comprado de Domingo Domalique, acequia baja y con la viña que había dejado a mosén Agustín Villalba. El huerto tenía un censo de veintiséis sueldos y dos dineros, y la viña de mosén Agustín ocho sueldos y nueve dineros, que debían pagarse todos juntos al Sepulcro.

            A su ama Isabel de Vera, le dejaba «por buenos, y agradables servicios», un huerto en Carcenique, que había comprado a Miguel Ximeno, que confrontaba con acequia Somera, acequia de Enmedio y huerto de los herederos de Pedro Ximeno. Se lo dejaba en vida y a su muerte, la renta debía servir pasar casar huérfanas pobres.

            También le dejaba en vida del ama una cama de ropa, con colchón, paramento y todo lo necesario. Debía recibir también cada año dos cahíces de trigo y dos almudes de vino o de mosto. Le dejaba su casa para que se sirviera de ella en vida, pagando un censo a Tristán Muñoz de Pamplona de doce sueldos anuales, además de una mesa pequeña de pie que estaba hecha con la tabla de un trillo. Los ejecutores del testamento del vicario debían dar a su ama seis gallinas y un gallo del corral de su casa, y toda la harina que hubiera en la casa a la muerte de mosén Antón, la artesa de masar, una panera, una tabla del horno, las maseras y bancales para llevar la masa al horno, además de los platos, escudillas y ollas de tierra que quisiera tomar de su casa, un capazo grande, una tinaja vieja para el aceite, una taza de plata, un arca de pino que había en su estudio, sin nada de lo que contenía, un caldero de alambre, su ropa azul y parda, una silla pequeña de mujer y otra de las grandes, un banco y toda la leña, fruta y legumbres que se encontraran en la casa del vicario al tiempo de su muerte. Los ejecutores hallarían en su casa un libro, donde verían anotado el tiempo que hacía que le servía el ama y lo que le pagaba regularmente para que, a razón de ello, se liquidara lo que se le debiera. No hubo ocasión para cumplir estas últimas disposiciones del testamento de mosén Antón. No hemos encontrado ninguna causa abierta relacionada con este doble crimen, pues el Libro primero de San Pedro (1546-1604), en el apartado de los excomulgados, las hojas no están completas y no pueden leerse en su totalidad.

            Mosén Antón dejaba a su sobrino Martín de Moros dos pedazos de olivares en las Pedrosas de Saviñán. Uno lo había comprado a Domingo Domalique y el otro se llamaba de los Abozaques. Confrontaban con la acequia de Enmedio y olivar de la Raga, los dos francos y libres.

            A su sobrina María Magallón, mujer de Miguel Habas, le dejaba quinientos sueldos jaqueses. Otros quinientos sueldos recibiría su sobrina Catalina Magallón, hermana de María y mujer de Miguel de la Sierra. También le dejaba quinientos sueldos a la hija mayor del primer matrimonio de su sobrino Martín de Moros. A su sobrino mosén Agustín Villalba le dejaba todos sus vestidos. Se debían entregar veinte sueldos jaqueses a la Cofradía del Santísimo Sacramento de la Minerva de Saviñán, para la luminaria.

            Francisco Villalba Serrano, hermano de mosén Antón casó con María Villaba antes de 1547, año en que nacía su hijo Antón, del que fue compadre mosén Antón Villalba. Este hijo debió de morir a corta edad, porque en 1550 se bautizaba a otro niño llamado Antón, que casará con Gracia Andrés

            En un protocolo de 1554 se citaba un olivar en las Abadías, que confrontaba con un huerto de Francisco y de María Villalba, cónyuges, y un olivar en la Parada, que confrontaba con otro olivar de los herederos de Sancho Garcés. En otro protocolo de 1573, debido al notario Francisco Gascón, se citaba un olivar en Trasmón de Francisco Villalba, mayor de días, labrador y vecino de Saviñán. Y en otro de 1575 se citaba una era de Francisco Villalba y una estacada de los herederos de Gonzalo de Funes.

            Francisco Villalba y María Villalba fueron padres de Ana, nacida en 1553, y de María, nacida en 1560. Ana Villalba casó en 1574 con el infanzón Juan Garcés, estando presentes José Villalba y mosén Antonio Gracián, quizá se refiera a Antonio Gracián Garcés, tío del escritor Baltasar Gracián. María Villalba casará en 1581 con el infanzón Juan Gracián y Villalba, estando presentes mosén Martín Benedit, mosén Francisco Cuenca y mosén Pedro Garcés.

            Francisco Villalba, mayor, murió en 1579, testando con el notario de Paracuellos, Martín Villalba, dejando como ejecutor a su mujer María Villalba, que murió en 1607.

            Florencia Villalba, hermana de mosén Antón, casó con Alonso de Moros. Su hijo Martín de Moros casó con María Franco, siendo padres de Catalina de Moros, nacida en 1592. En las capitulaciones matrimoniales de Martín de Moros y de María Franco Benito, de 1577, intervino el vicario mosén Antón Villalba.

            Tal vez mosén Antón Villalba fuera pariente del jesuita Fr. Pedro Villalba, natural de Saviñán. Fr. Pedro Villalba fue prefecto, provincial de Aragón y de Castilla, y rector del Colegio jesuita de Zaragoza. El padre Gabriel Álvarez, que fue compañero del Fr. Pedro Villalba, escribía en su Historia de la provincia de Aragón, que era natural de Saviñán «en Aragón» y que había entrado en la Compañía en Zaragoza en 1560, a los treinta años de edad, siendo ya sacerdote y buen predicador. En Valencia oyó Artes y Teología, siendo alumno en el colegio del arzobispo Tomás de Villanueva. Allí se graduó como maestro de Artes. En 1573 fue vicerrector del Colegio de Valencia, asistiendo a la congregación provincial que se celebró en aquella ciudad, por fallecimiento del padre Francisco de Borja, general de la Compañía de Jesús. Allí serán elegidos el P. Pedro Villalba y el P. Baltasar Piñas, maestro de novicios de Zaragoza, como compañeros del provincial y electores del nuevo prepósito general. Como procurador de esta provincia estuvo el P. Villalba en Roma. Siendo rector del Colegio de Zaragoza, fue nombrado provincial de Castilla y en 1588 provincial de Aragón. En este cargo gestionó en 1591 la fundación del Colegio de Tarazona, asistiendo a la fiesta de su fundación en 1593. Fue sustituido de provincial en 1593, tras seis años en el cargo, muriendo en Valencia el 29 de agosto de 1594.

            Astrain afirma en su Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, 1909, que el P. Villalba era ya provincial de Aragón en 1580, cuando el P. General Mercurian le escribía el 14 de enero de 1580, para que examinase el asunto de la fundación de un colegio jesuita en Calatayud, favorecido por Rodrigo de Zapata y Palafox, dándole facultad para admitir el colegio si lo ofrecía en condiciones favorables. La fundación de este colegio de Calatayud tuvo lugar el 29 de octubre de 1580, consiguiendo la dotación de doce mil libras en censales muy seguros. En 1584 ya era provincial el P. Jerónimo Roca.

            El prior del Santo Sepulcro de Calatayud, Miguel Monterde, en su Ensayo de 1788, afirmaba que el P. Pedro Villalba, provincial de los jesuitas, era natural de Saviñán.

            Hermano del jesuita Fr. Pedro Villalba fue mosén Francisco Villalba, muerto en Saviñán en 1595, que fue procurador del Santo Sepulcro de Calatayud.

            También fue jesuita el P. Pedro Gascón, natural de Saviñán. Entró en la Compañía en 1561 y murió el 18 de junio de 1583.

            El vicario mosén Antón Villalba afirmaba en su testamento que sus bienes no se podían vender ni enajenar. Cada año se debían dar en arriendo, para que su renta sirviera para casar huérfanas pobres. Cuando los censales se hubieran luido, se debían cargar de nuevo sobre lugares o personas, para que el dinero rentara perpetuamente y así se pudiera seguir casando huérfanas.

            El vicario mosén Antón Villalba fundó dos capellanías o servicios de celebración de misas en la capilla de San Antón de Saviñán, para lo que dejaba numerosos bienes y censales, siendo testificado por Pedro Gascón. Todo lo que sobrara de sus bienes, mosén Antón Villalba lo dejaba de gracia especial a su ánima, su heredera, y en sufragio de ella.

            El legado de mosén Antón Villalba se vendió en 1810, para hacer frente al pago de contribuciones y otros impuestos, a los que estaba obligado el Concejo de Saviñán. El pueblo estaba entonces apremiado militarmente y su alcalde se había llevado preso a La Almunia, con conminación del mismo castigo al resto del Concejo y a las personas pudientes del pueblo, en caso de no pagar.

 

 

Francisco Tobajas Gallego, Enebro, Saviñán, nº 46, 2005.

Gentes de mi tierra, Jigi Seme, 2009.

PARTIDA DE DEFUNCIÓN.
FOTOGRAFÍA: FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO

TESTAMENTO DE MOSÉN ANTÓN. FOTOGRAFÍA. FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO

 

INSTITUCIÓN DE CAPELLANÍAS. FOTOGRAFÍA. FRANCISCO TOBAJAS GALLEGO