JUDAS TADEO MORLANES VILLAR

            El 30 de junio de 1803 se bautizó en la pila de San Pedro de Saviñán a Judas Tadeo Pablo Morlanes Villar, que había nacido el día anterior. Sus padres se llamaban Joaquín Morlanes Liarte (1778-1852) y Joaquina Villar Marín (h1778-1849), que habían casado en San Pedro en 1799. Sus abuelos paternos se llamaban Manuel Morlanes Delgado y Josefa Liarte Lanseron, que habían contraído matrimonio en Saviñán en 1759. Josefa era hija de Pedro Liarte, ya fallecido, y de María Lanserón, criados que habían sido de Ignacio Pujadas.

            Manuel Morlanes Delgado (1732) era hijo de José Morlanes Muñoz y de Josefa Delgado Ibáñez, y nieto de Francisco José Morlanes y de María Muñoz, vecinos de la Señoría. El matrimonio de Joaquín Morlanes Liarte y Joaquina Villar tuvo diez hijos. A la muerte de la madre en 1849 sólo se citan a cuatro de estos diez hijos. Joaquín Morlanes Liarte estudió en la Universidad de Alcalá entre 1832 y 1835.

            En 1800, Manuel Morlanes y su hijo Joaquín eran apoderados de Juan Pujadas. En 1810 Joaquín Morlanes era uno de los diputados del común del Ayuntamiento de Saviñán. En documentos fechados en 1816, 1822 y 1834 aparece citado como alcalde. En 1837 intervino en la subasta de la Granja de Albalate (Soria).

            En 1824, en virtud del decreto del rector de la Universidad de Alcalá de Henares, se le incorporaron a Judas T. Morlanes los cursos de Lógica, Metafísica, Filosofía Moral y dos de Leyes, ganados en la Universidad de Zaragoza. En Alcalá estudió un año de Instituciones Canónicas, que le fue aprobado. Acabado este curso y una vez realizados los ejercicios que preveía el plan de estudios, recibió el grado de Bachiller, que incorporó posteriormente en la Universidad de Huesca, previos exámenes y requisitos acostumbrados. En esta Universidad cursó tres años de Jurisprudencia Civil, con varios actos públicos, disertando, defendiendo y arguyendo. En el curso de 1826 a 1827 presidió, como Bachiller en Leyes, el acto mayor pro munere Cathedrae, con lucimiento. El 16 de julio de 1827 recibió en la Universidad de Huesca los grados de Licenciado en Leyes y de Doctor.

Judas T. Morlanes había sido repasante público de las Facultades de Leyes, por elección del Claustro General de Catedráticos y aprobación del Cancelario. Con el grado de Bachiller, Judas T. Morlanes fue pasante durante dos años y medio con dos afamados abogados de Huesca y de La Almunia de Doña Godina. En septiembre de 1827 se trasladó a Madrid, a casa de uno de los abogados más acreditados del Colegio de esta ciudad. Desde noviembre de 1827 perteneció como individuo a las dos Academias de Jurisprudencia Práctica establecidas en Madrid, denominadas Academias de Fernando VII y de Carlos III. El 29 de julio de 1829 se le expidió el real título de Abogado de los Reales Consejos, siendo admitido en el Colegio de Abogados de Madrid. En 1829 opositó a dos relatorías vacantes en el Real Consejo de las Órdenes, siendo aprobados sus ejercicios.

En esta relación de méritos de Judas Tadeo, firmada en Madrid el 10 de febrero de 1830, se apuntaba que era sujeto de buenas costumbres y se añadía que no había pertenecido a la Milicia Nacional voluntaria, ni a ninguna sociedad pública ni secreta.

            El 22 de febrero de 1832, Judas T. Morlanes, abogado del Colegio de Madrid desde 1829, solicitaba la plaza de Alcalde del Crimen, vacante en la Audiencia de Cataluña.

            Por Real Orden de 8 de marzo de 1834, la reina le habilitó en la clase de Agente Fiscal, mientras se aprobaba la nueva planta en la Real Audiencia de Madrid, que tuvo lugar en el mes de julio de aquel mismo año. Judas T. Morlanes conservó este mismo puesto en propiedad, con un sueldo de 20.000 reales al año, de los que ofreció a la reina gobernadora el 10% del mismo, que se dignó en aceptar por Real Orden del 10 de noviembre de 1835.

Laureano de Jado, ministro primero de aquella Real Audiencia, y Pedro Jiménez Navarro y Miguel Cornejo, fiscales, certificaron la buena conducta de Judas T. Morlanes, así como su acierto en los asuntos, siendo acreedor de los ascensos y destinos que le pudiera conceder el Gobierno. En esta nueva relación de méritos, con fecha de 28 de mayo de 1836, se decía que, según constaba en la certificación del Ayuntamiento de Saviñán de la época constitucional, Judas T. Morlanes había sido uno de los primeros que se había alistado a la Milicia Nacional de aquel pueblo, comprándose caballo, montura y uniforme con su propio dinero, para perseguir a los facciosos. Al propagar entonces sus ideales liberales, sufrió persecución en 1823, pues ni el cura párroco ni el alcalde de Saviñán le quisieron dar los certificados, indispensables para seguir con su carrera literaria.

            El 19 de marzo de 1836, Judas T. Morlanes solicitaba a la reina un permiso de seis meses. En esta solicitud exponía que la «multitud» de causas criminales que, a causa de las circunstancias, se habían agolpado en aquel tribunal, le habían requerido un ímprobo trabajo, provocando su enfermedad. La mejor medicina era suspender el despacho de los negocios y salir de la corte. Por ello había pedido al fiscal que nombrase a un interino, cediéndole la mitad de su sueldo. Con la misma fecha, Pedro Suárez, que debía ser médico, afirmaba que Judas T. Morlanes, debido a las excesivas horas de trabajo, había sufrido abundantes flujos de sangre por la boca, que le habían provocado un estado de calentura lenta, con principio de consunción, siendo necesario un cambio de aires y la toma de las aguas de Panticosa. Asimismo aconsejaba que Judas T. Morlanes fuera trasladado antes del próximo invierno a un país meridional o costero. El 24 de marzo se le concedieron dos meses de licencia, pero Judas T. Morlanes pidió que fueran cuatro meses, pues los baños de Panticosa no abrían hasta primeros de julio. Debido a los buenos informes, que señalaban que Judas T. Morlanes había desempeñado su trabajo «con esmero decisión honorífica», la reina accedió y amplió la licencia hasta finales de julio, pero de forma improrrogable.

El 26 de junio de 1836, Francisco Gutiérrez, domiciliado en Aniñón, y Feliciano Latorre, domiciliado en Saviñán, licenciados ambos en Medicina, certificaban que Judas T. Morlanes había sufrido varios flujos de sangre los días 19 y 20 de aquel mismo mes, estando muy débil e imposibilitado para ponerse en camino para tomar las aguas del balneario de Panticosa, que consideraban muy necesarias para que encontrara algún alivio a su mal. Añadían que después de tomar las aguas, era necesario que permaneciera algún tiempo más en su país nativo. Debido a este contratiempo, Judas T. Morlanes solicitó el 4 de julio una prórroga de su licencia hasta septiembre. En esta carta manuscrita señalaba que, debido al excesivo trabajo como Agente Fiscal más antiguo de la Audiencia de Madrid, había sufrido en los meses de febrero y marzo una enfermedad que los médicos llaman hemoptisis, que le había producido fuertes y repetidos flujos de sangre por la boca. Le habían concedido licencia hasta fines de julio, pero la enfermedad se le había reproducido con más violencia que nunca, provocando una gran debilidad y la imposibilidad de trasladarse a los baños de Panticosa, por eso pedía dos meses más de prórroga, que le fueron concedidos hasta final de septiembre.

            A su vuelta al trabajo, Judas T. Morlanes pidió ser trasladado, cuando hubiera una vacante, a las Audiencias de Sevilla, Valencia o Mallorca, pues aunque había encontrado alivio a su dolencia, no se encontraba en disposición de seguir desempeñando su destino, por ser muy contrario para su enfermedad el clima de Madrid. El 2 de noviembre de 1836, José Alomo, desde la Regencia de la Audiencia Territorial de Madrid, señalaba en una carta dirigida al secretario de Estado del Departamento de Gracia y Justicia, lo mucho que había trabajado Judas T. Morlanes en el despacho de la agencia fiscal en la causa de Miguel Otal y en otras causas de conspiraciones y delitos comunes, quebrantando por ello su salud.

            En el Calendario manual y guía de forasteros de Madrid para el año de 1836, Judas T. Morlanes aparece residiendo en la calle Jacometrezo, nº 25. Parece ser que al fin logró su ansiado traslado a Barcelona, donde falleció el 10 de julio de 1838, fecha que se añadió en el margen de su partida de bautismo, en el libro parroquial de Saviñán, sin indicar el lugar de su muerte. Judas T. Morlanes aparece como suscriptor del noveno tomo y último de la Narración de los sucesos principales de la historia de España, desde el año 1600 hasta 1808, editado en Madrid en 1828. También lo fue del libro Usages y otros derechos conocidos en general con el nombre de Constituciones de Cataluña, Barcelona 1834, y de El Quijote, Madrid 1839, donde aparece citado entre los suscriptores avecindados en Barcelona.

 

            Francisco Tobajas Gallego, Enebro, Saviñán, nº 101, 2019.

PUERTA DEL SOL Y CALLE DE ALCALÁ A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. MADRID.

FOTOTECA DEL PATRIMONIO HISTÓRICO. ARCHIVO MORENO. I.C.R.B.C.